martes, 5 de junio de 2007

Lapsus

10 PM del mismo día... cuando las energías ya casi se han terminado y solo la inercia (o el vicio) te mantiene en pie.

Me pongo a pensar, que hago aquí frente a mi computadora tratando de escribir este pequeño párrafo, influenciado principalmente por el sueño que está cerrando mis ojos y carcomiendo momentaneamente mi cerebro, por el frío que sube en este preciso instante por mis pies, la televisión que suena y me habla de ¿La copa Davis?... en fin, mil y un motivos por los cuales podría estar tranquilamente echado en mi cama.

Sin embargo la naturaleza del hombre es tan interesante, que a pesar que el balance esta mil contra uno, escogemos ese uno, mi pregunta otra vez es ¿Porqué?

No hay una respuesta... jugar, chatear, escribir, escuchar música, tantas cosas que al parecer transtornan el sistema nervioso de uno, haciendole perder la noción del tiempo, el espacio, el hambre, la sed, el frío y el calor.

Justamente ahora mi padre me dice que vaya a dormir si no tengo nada que hacer... yo digo que si tengo algo que hacer, escribir se va a volver una necesidad primaria al parecer...
Eventualmente se pasa el rato y me tengo que ir, dejando en claro que no es el sueño o el hambre lo que me vence, sino la posibilidad de que mi padre baje la llave general, o incinere la computadora.

El sistema nervioso se acostumbra a entrar en estos lapsus... a dejar volar la imaginación, a retratar de manera artística la realidad, o a exagerar la simpleza de una hora de computadora. Solo es cuestión de organización... de olvidar el hambre, el tiempo, el sitio... y sentarte a escribir.

1 comentario:

Gustavo Kanashiro Fonken dijo...

Pero muchacho, ¿qué somos sino lo que expresamos? Al final, si no tenemos a nadie que nos escuche, qué mejor escritor, lector e intérprete que uno mismo. Y es en ese proceso que nos elevamos por sobre todas las demás especies y nos volvemos más humanos que nunca, al entrar en contacto con la propia alma, y ser capaces de reflejarla con las palabras. Acá no actúa el bien, el mal ni el resto: eres tú y tu alma. El máximo lapsus del hombre. Felicidades...